Existe cierta controversia a la hora de responder la siguiente pregunta: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Algo parecido ocurre con los nutricionistas y psicólogos cuando se les pregunta qué lleva a qué, si la comida basura a la depresión o la depresión a la comida basura.

En líneas generales, todos coinciden en que suele ser una retroalimentación de ambas: el consumo de comida basura y alimentos utraprocesados incitan a la depresión porque consiguen desplazar a otros que sí deben formar parte de nuestra alimentación y, por consiguiente, conlleva un impacto negativo en la salud, aumentando el riesgo de obesidad, sobrepeso, diabetes o cáncer, entre otras patologías.

Qué es la “comida basura”

Los alimentos ultraprocesados, según la clasificación NOVA, son productos

 elaborados principalmente con ingredientes y procedimientos industriales, es decir, elaborados a partir de otros alimentos o derivados y, por lo tanto no contienen alimentos “reales”.

“Estos productos tienen una baja calidad nutricional y una alta densidad energética ya que incluyen ingredientes que no son saludables como harinas, azúcares, aceites vegetales (sobre todo refinados) o sal, además de añadir aditivos, conservantes y potenciadores del sabor”, cuenta la nutricionista. Según dice la experta en nutrición, con estos ingredientes consiguen hacer el alimento más palatable y que aumente la estimulación del apetito, creciendo por tanto su consumo. Al ser productos muy baratos, cómodos y accesibles fomentan todavía mas su venta.

“En muchos estudios se ha encontrado relación entre una alimentación basada en estos productos ultraprocesados con mayores riesgos de enfermedades cardiometabólicas y, a su vez, problemas psicológicos y depresión, siendo esta una relación bidireccional”, indica la nutricionista.

Comenta la experta en nutrición que una alimentación basada en productos de calidad puede tener un efecto preventivo en la depresión, así como aumentar el grado de la actividad física: “La comida basura incluye aquellos productos que no nutren de forma saludable, pero sutilmente sí que alimentan ese mundo emocional que se ve desestructurado. Tener una buena rutina de alimentación y una buena relación con la comida es fundamental para lograr un equilibrio de salud física y emocional”.

Lo que dicen los psicólogos

Una psicóloga, confirma la relación entre la comida basura y la depresión como un círculo vicioso alimentado por el placer del control a través de la comida y por la anestesia de ciertas inquietudes o angustias. “Es cierto que algunos nutrientes pueden tener cierto efecto sobre el estado de ánimo, pero es importante ser más precisos: los factores de estilo de vida tienen un impacto mayor a la hora de facilitar síntomas depresivos que las sustancias que se ingieren en sí”.

“Cuando el motivo es emocional, deseas comer sobre todo la comida basura rica en grasas y azúcar, mientras que en el hambre física las apetencias no son tan selectivas y la actitud frente a la comida no está influida por esa sensación de descontrol que se produce con el hambre emocional”, apunta la psicóloga.

En definitiva, cuando estamos bien alimentados, psicológicamente hablando, es cuando tenemos la capacidad de observarnos y afrontar nuestras angustias, determinados momentos vitales y también ciertas carencias y dificultades: “Esto dará lugar a poder tener un mejor equilibrio entre nuestra salud mental con la salud física sin la necesidad de tapar un vacío interno saciándonos con la comida”, concluye. En algunas ocasiones se precisa acudir a una psicoterapia para aprender a utilizar otros ingredientes afectivos que alimenten mejor nuestro mundo emocional.

“Cuando estamos ante un estado depresivo, las sensaciones de vacío, de tristeza, soledad y de angustia son algunos de los sentimientos que pueden estar intentando expresarse tras los conflictos con la alimentación”, dice la psicóloga, que añade que las personas con un estado de depresión pueden buscar alimentos que produzcan placer como por ejemplo el chocolate o ciertos dulces, ya que estos aumentan la serotonina, sustancia del cerebro que en la depresión suele estar en baja cantidad”.

Por otro lado, en ocasiones, aunque comer sea un impulso natural, la comida se puede convertir en el único placer que se tiene, o al menos, el que más fácilmente se puede satisfacer, por lo que esta se convierte en la única forma de sentir algo de control: “Nuestro comportamiento frente a los disgustos pasa por frases como ‘se me ha cerrado el estómago’ o ‘he comido hasta reventar’. A esto lo podríamos llamar la indigestión de los afectos“.

Fuente: ABC